#Issue 59: el único animal que besa por amor.
Puede que hoy creamos firmemente que se trata de un acto reflejo fruto del amor y no sólo del apetito sexual, pero la ciencia parece apuntar en contra de los dictados del cine y la lógica que desprende que eso de besarse en la boca románticamente es algo cultural, y no siempre bien aceptado.

Las pistas del reino animal nos dicen que besarse no es un acto de amor sino de reconciliación como ocurre con los chimpancés. El resto de animales parece que no se besan, ergo besarse es algo excepcional. Los estudios científicos en este campo que han analizado a seres humanos denotan que el olfato interviene en gran medida a la hora de besarse ya que (y esto demostraría que, en principio, no nos diferenciamos tanto de los animales) las hembras buscarían ese acercamiento para, a través de las feromonas, encontrar al macho “más fuerte”.
Mientras en algunas culturas ancestrales vigentes en la actualidad en alunas zonas de África el beso romántico está vetado, en la cultura occidental se trata de algo inherente al romanticismo y al sexo. Los expertos buscan sus orígenes en los postulados medievales del amor cortés, aunque está basando en conjeturas más que en evidencias demostrables. Por entonces los matrimonios eran mayoritariamente un acto puramente social de cara a la pervivencia del Estado, y el amor no tenía mucho que ver. Así surge el amor cortés entre los miembros de la nobleza como una especie de rebeldía y de cortejo entre quienes había una verdadera atracción... o búsqueda de entretenimiento. Fue entonces cuando el beso se erige como prenda del amor y como uno de los primeros pasos en el escalafón que exigían las reglas del amo