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Te proponemos un plan para mantener la grasa a raya.

¿Tienes la piel grasa? Tranquilo, porque aunque tiene muchos inconvenientes, también tiene alguna ventaja y, desde luego, armas con las que combatirla. Hoy te contamos todo lo que quisiste saber.


La (tan conocida) piel grasa es la que concentra de forma general un exceso de producción de sebo, por lo que a simple vista aparece muy brillante y se llena en seguida de espinillas y puntos negros. La piel grasa puede ser fundamentalmente de dos tipos: deshidratada o de tipo seborreico. Tener la piel grasa no significa tenerla hidratada, de hecho la deshidratación acaba generando la secreción de más grasa. Por otro lado, la tendencia seborreica es genética y muy difícil de combatir. La piel grasa es propia de cualquier edad, aunque se acentúa sobre todo en la adolescencia coincidiendo con los cambios hormonales, que también vuelven loca a nuestra piel. ¿Alguna ventaja? Pues sí, porque la piel grasa tarda más en envejecer y es más resistente a los agentes externos como el frío o el viento. Sin embargo, no hay que perder de vista que la piel grasa también necesita cuidados especiales para el sol y las zonas que se agrietan.


La alimentación, el estrés, el agua que ingerimos a diario o la píldora son motivos por todo el mundo conocidos que tienen mucho que ver con la secreción de grasa en nuestra piel. Sin embargo el motivo más decisivo de todos contra el que difícilmente se puede luchar es la herencia genética. Pero aunque la piel grasa es un problema con el que es difícil acabar existen maneras de combatirla que ayudan, y mucho.


La primera y más obvia es la de la limpieza. La característica principal de la piel grasa es la secreción de sebo de forma descontrolada, sobre todo en algunas zonas. Manteniendo la piel limpia no se acaba con el problema, pero ayuda mucho a frenarlo. Por eso es conveniente la limpieza de la piel dos veces al día con agua tibia (no muy caliente para impedir que los poros queden abiertos al máximo y recojan la suciedad y tampoco fría que no pueda actuar contra el sebo de la piel). Ahora bien, la piel no se debe limpiar con cualquier cosa, sobre todo si es de tendencia grasa. En este caso la mejor solución es utilizar un agua micelar o un jabón al agua, en ninguno de los casos con base de aceite. Hay que evitar a toda costa un jabón demasiado fuerte ya que provocamos el efecto que queremos evitar, que es que se genere más grasa al resecarse la piel. Las leches limpiadoras tampoco son buenas porque al ser grasas las consecuencias acaban siendo las mismas. Y por supuesto, no olvidar la exfoliación del rostro por dos motivos: limpiamos la suciedad de los poros y a la vez conseguimos que los productos específicos para la hidratación que utilicemos a posteriori penetren mejor en la piel.


Ahora viene la otra parte primordial, que es la hidratación. Lo fundamental es aplicar a nuestra piel una crema que sea ligera y que no contenga aceites, primordialmente que tenga una base de agua. Como acabamos de mencionar, la piel grasa no tiene por qué estar hidratada, por lo que hacerlo es primordial, motivo por el que una buena crema que mantenga los poros a raya y a la vez hidrate puede ser tu mejor aliada.


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Después de todo lo que os hemos contado hemos pensado en cómo tratar el problema de la deshidratación y la grasa con sólo 3 productos. Os recomendamos entonces la siguiente combinación: exfoliante facial que limpie nuestros poros y a la vez termine con la piel muerta que impide la absorción de tratamientos específicos, un sérum facial con ingredientes regeneradores y muy hidratantes para los zonas más sensibles y por último una crema pensada para hidratar tanto las zonas secas de nuestro rostro como las más grasas sin tener que utilizar dos productos diferentes.


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